20 julio 2008

volver a empezar..................

¡Volver a empezar...! cantaba Lerner, allá por el noventa y siete... y aquí estamos. No pasaron diez años, pero algo así se me ocurre: me pasó de todo, o mejor dicho, me pasa la vida y es inevitable e impredecible. Vamos de a poco, y de general a particular, como el razonamiento que nos enseñaron en la secundaria. Volví a Buenos Aires, a mi casa chorizo en San Telmo, con la puerta verde y el patio interno con las plantas que sobrevivieron, a los reclamos cotidianos de mi madre, al trabajo en Puerto Madero piso quince, al after hour con compañeros de oficina, a fiestas "salbáticas" de postadolescentes inmaduros y solteros, a mis gatos, al smog, al ruido, a la avenida siempre despierta, al qué dicen de mí acerca de mi vida social y sexual, en fin. Volví. Al respecto, voy a decirles que la vida en el campo fue fantástica, reflexiva, intensa, necesaria y desintoxicante. Todo pasó muy rápido, y así de rápido se terminó y así se los cuento: tuve un amor, una desilusión y una ruptura de novelón, todavía lloro, sólo cada tanto y si es necesario, y por suerte él no usa internet ni lee blogs, por lo que me siento libre de poder decir acá todas las cosas que a él no le dije por tonta. O por cobarde, o por lo que sea, pero no se lo dije y punto. Tampoco me di la oportunidad, levanté mis cosas, como una carpa de circo que se envuelve y sale en caravana, así. Hice mis bolsos, junté mis libros, alguna que otra cosa, y me tomé un micro. Bueno, y aquí estoy, sobrevivo. Actuar así no está bien, no lo digo como recomendación, lo digo de catarsis, a él no le dejé ni un número de teléfono, ni un lugar dónde encontrarme, si alguna vez se arrepentía o tenía ganas de decirme algo, no sé, creo que las mujeres somos unas románticas empedernidas y no sabemos controlar la estupidez, así que, para evitarme el papelón del arrepentimiento, no le dije ni chau y desaparecí del pueblo. Sí, digno de un culebrón, pero me salió así, por eso digo que la vida, además de todo, es inevitable e impredecible.
Volví a mi casa y llamé a Sandra, y después a mi jefe para decirle que había vuelto. Y después a Magda, mi mamá, y al delivery, para recordar viejos tiempos, de los buenos tiempos de usos y costumbres porteñas. No me acordaba que fuera tan simple y tan bueno llamar a la pizzería, a la heladería, al videoclub. Me trajeron todo al unísono, y me volvió una sensación de plenitud que había olvidado.
Ahora estoy en un café. Ya no voy a los ciber, eso pasó de moda. Ahora es todo wi-fi. Antes de entrar al bar, miro la vidriera buscando el loguito wi-fi. Si no hay, busco otro. Y así. Tomar un café, ahora, es abrir la notebook y navegar, hacer conexiones, linkear, bloguear, chatear, buscar una cartera o un par de zapatos y pedirlos al congo belga.
Te espero a las siete, me dijo una amiga. Nos fuimos al shoping con otras chicas, a recorrer los pisos como idiotas, sin mirar nada, sólo a charlar de cosas de chicas. Me aburrí como un hongo, o como siempre, y ahí me dije "tengo ganas de escribir de nuevo en el blog". A la hora y media de tomar capuccinos y cortados en un barcito del shoping, me despedí con besos tirados con la mano (así se usa), y me interné en la internet. Está casi todo igual, pero yo no soy la misma. Tengo sensaciones de tristeza y de alegría al mismo tiempo, pero ahora las controlo. Estoy casi al borde de decir que maduré, pero la frase me resulta estúpida y ajena. No quiero decir que maduré. Quizás el sufrimiento siempre trae esa "maduración" a los golpes, como la manzana machucada, que no por eso está madura. Tengo un perro. Me compré un libro de Osho. Y no sólo eso, también lo leí. Me cuesta despertarme y no oler a pan tostado, como cuando él se quedaba en casa. Me cuesta haber sentido y no haber podido retener el sentimiento, tal vez haya estado bien abandonar y escapar y no demostrar sufrimiento. Tal vez. Pero ahora tengo el delivery. Y los after hour. Y los paseos por el shoping. ¿Quién cambia todo eso por una tostada...? Sólo una tonta romántica, espasmo de mujer que fui y que no voy a dejar salir a la luz otra vez.

Próximamente, más novedades de mí por este mismo baticanal. Un afectuoso abrazo para todos.
F.G.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por qué volviste del paraíso? ¿Dejaste tu sitio libre? ¿Yo me quiero retirar para siempre? Cuéntame... ¿qué tengo que hacer?

Anónimo dijo...

Al fin ha vuelto querida Faustina!
Espero encontrarla algún día por las calles de este trancitado mundo

Anónimo dijo...

Ups, olvide decir quien soy: La Hija del Capitán

Alba Cecilia Curia dijo...

Ahora si! (estoy medio complicada con lo tecnologico, las maquinas se me revelan!)
Que alegria volver a saber de usted querida Faustina!
Espero encontrarla algún día por las calles de este trancitado mundo.
Feliz regreso a la ciudad.

Faustina Grindel dijo...

pau llanes,
lamento decirte que el paraíso se reserva el derecho de admisión... o mejor dicho, hay un lugar específico para cada uno, pero hay que saber ganárselo. já-já. el mío lo llevo a donde sea, siempre conmigo. ahora, la pizza de delivery y el helado de freddo son mi lugar en el mundo.
un abrazo, y que encuentres tu propio paraíso!
f.g.

Faustina Grindel dijo...

cómo le va mi querida bloguera hija del capitán...!
estoy segura de que las transitadas calles nos van a unir, ¿su nave entrará en mi terraza?
un fuerte abrazo,
f.g.

Carina dijo...

Holaaa

Qué suerte que volvió Sex and the city... o... Faustina... jajaja, excelente, celebro la vuelta con entusiasmo...(hablo como Faustina)

Besooooo

Cari

Carina dijo...

Mi querida Faustina..
¿Será que va adejar de lado el placer de comerse una tostada para salir de chopping??
Ayyy, por qué no le creooo???

Un beso, feliz por su regreso