23 julio 2008

la vida me despeina

¡tengo que ponerme al día!
este fin de semana me voy a dar una panzada de blockbuster.
lo decidí.
cambié mis vhs por dvd. algunos amigos agradecidos. una vergüenza seguir esgrimiendo con orgullo los casetes viejos, de cinta gastada.
compré un listado de pelis a cinco pesos el dvd, con cajita y copia color de la portada. me estaré aggiornando? o me llega la vejez, el achanchamiento? no sé. lo voy a meditar entre peli y peli, y helado de limón con dulce de leche.
beethoven me miró desembalar los libros y le puse una sinfonía de dvorak para que se ofenda y se vaya, pero por el contrario, se puso a jugar con un bollo de papel de diario. se ve que la sinfonía le gustó. a mí también. me estoy haciendo a la idea de que el paraíso lo llevo conmigo, no me hace falta viajar al campo. voy a extrañar algunas cosas. de hecho, ya las extraño. pero acá hay un sonido que reconozco más mío, uno que se refleja en lo más íntimo. ya lo voy a poder decir con palabras. por ahora digo esto: me compré una de llorar, se llama "al otro lado del mundo", y tengo en la lista "my blueberry nights". no vi todavía "la science des rêves" (soñando despierto, bah) y tengo que volver a ver "eternal sunshine of the spotless mind" porque los bloqueos mentales algo dicen de nosotros. tampoco vi "sex and the city", me dijeron que está hecha para mí. bueno, tendré que ponerme al día. espero no sucumbir con tantos planes por delante. como decía una publicidad de shampú: "la vida me despeina". shock!
arrevoir, moncheries,
f.g.

20 julio 2008

volver a empezar..................

¡Volver a empezar...! cantaba Lerner, allá por el noventa y siete... y aquí estamos. No pasaron diez años, pero algo así se me ocurre: me pasó de todo, o mejor dicho, me pasa la vida y es inevitable e impredecible. Vamos de a poco, y de general a particular, como el razonamiento que nos enseñaron en la secundaria. Volví a Buenos Aires, a mi casa chorizo en San Telmo, con la puerta verde y el patio interno con las plantas que sobrevivieron, a los reclamos cotidianos de mi madre, al trabajo en Puerto Madero piso quince, al after hour con compañeros de oficina, a fiestas "salbáticas" de postadolescentes inmaduros y solteros, a mis gatos, al smog, al ruido, a la avenida siempre despierta, al qué dicen de mí acerca de mi vida social y sexual, en fin. Volví. Al respecto, voy a decirles que la vida en el campo fue fantástica, reflexiva, intensa, necesaria y desintoxicante. Todo pasó muy rápido, y así de rápido se terminó y así se los cuento: tuve un amor, una desilusión y una ruptura de novelón, todavía lloro, sólo cada tanto y si es necesario, y por suerte él no usa internet ni lee blogs, por lo que me siento libre de poder decir acá todas las cosas que a él no le dije por tonta. O por cobarde, o por lo que sea, pero no se lo dije y punto. Tampoco me di la oportunidad, levanté mis cosas, como una carpa de circo que se envuelve y sale en caravana, así. Hice mis bolsos, junté mis libros, alguna que otra cosa, y me tomé un micro. Bueno, y aquí estoy, sobrevivo. Actuar así no está bien, no lo digo como recomendación, lo digo de catarsis, a él no le dejé ni un número de teléfono, ni un lugar dónde encontrarme, si alguna vez se arrepentía o tenía ganas de decirme algo, no sé, creo que las mujeres somos unas románticas empedernidas y no sabemos controlar la estupidez, así que, para evitarme el papelón del arrepentimiento, no le dije ni chau y desaparecí del pueblo. Sí, digno de un culebrón, pero me salió así, por eso digo que la vida, además de todo, es inevitable e impredecible.
Volví a mi casa y llamé a Sandra, y después a mi jefe para decirle que había vuelto. Y después a Magda, mi mamá, y al delivery, para recordar viejos tiempos, de los buenos tiempos de usos y costumbres porteñas. No me acordaba que fuera tan simple y tan bueno llamar a la pizzería, a la heladería, al videoclub. Me trajeron todo al unísono, y me volvió una sensación de plenitud que había olvidado.
Ahora estoy en un café. Ya no voy a los ciber, eso pasó de moda. Ahora es todo wi-fi. Antes de entrar al bar, miro la vidriera buscando el loguito wi-fi. Si no hay, busco otro. Y así. Tomar un café, ahora, es abrir la notebook y navegar, hacer conexiones, linkear, bloguear, chatear, buscar una cartera o un par de zapatos y pedirlos al congo belga.
Te espero a las siete, me dijo una amiga. Nos fuimos al shoping con otras chicas, a recorrer los pisos como idiotas, sin mirar nada, sólo a charlar de cosas de chicas. Me aburrí como un hongo, o como siempre, y ahí me dije "tengo ganas de escribir de nuevo en el blog". A la hora y media de tomar capuccinos y cortados en un barcito del shoping, me despedí con besos tirados con la mano (así se usa), y me interné en la internet. Está casi todo igual, pero yo no soy la misma. Tengo sensaciones de tristeza y de alegría al mismo tiempo, pero ahora las controlo. Estoy casi al borde de decir que maduré, pero la frase me resulta estúpida y ajena. No quiero decir que maduré. Quizás el sufrimiento siempre trae esa "maduración" a los golpes, como la manzana machucada, que no por eso está madura. Tengo un perro. Me compré un libro de Osho. Y no sólo eso, también lo leí. Me cuesta despertarme y no oler a pan tostado, como cuando él se quedaba en casa. Me cuesta haber sentido y no haber podido retener el sentimiento, tal vez haya estado bien abandonar y escapar y no demostrar sufrimiento. Tal vez. Pero ahora tengo el delivery. Y los after hour. Y los paseos por el shoping. ¿Quién cambia todo eso por una tostada...? Sólo una tonta romántica, espasmo de mujer que fui y que no voy a dejar salir a la luz otra vez.

Próximamente, más novedades de mí por este mismo baticanal. Un afectuoso abrazo para todos.
F.G.

26 julio 2007

novedades de julio....

(vista del arroyito cerca de mi casa.)


vivo en un pueblo.

trabajo para el vivero, ahora, luego de unas cuantas conversaciones importantes con los dueños, digo, ahora que saben que soy "la licenciada", me contrataron como contadora. así que llevo los papeles y los libros de casi todos los negocios que hay sobre la ruta. antes, dependían del único estudio contable del pueblo vecino. una forrrtuna les cobraban. conmigo están tranquilos, porque me tienen más cerca, me pagan cuando pueden, o en especias, hacemos casi intercambio, me invitan a los cumpleaños y a cualquier pachanga que aparezca, los viejos me presentan a todo hijo soltero que exista en el pueblo, las viejas me dan consejos sabios y profundos, las mujeres de mi edad me esquivan, los hombres de mi edad también, creo que por temor, se corrió la bola de que soy huraña y vivo con varios gatitos, adopté todos los gatos "homeless" ya que consigo la comida gratis en una veterinaria del otro pueblo, también se armó una especie de historia alrededor de mi llegada, digna de película: que estaba casada y que mi marido y mis hijitos murieron en un accidente, por eso dejé todo y me fui al campo; que mi empresa fundió y me quedé sin trabajo y sin dinero; que maté a un ex; que maté a toda mi familia y me escapé de la cárcel... bueno, eso lo inventé yo.

en resumidas cuentas, acá estoy. tengo internet en casa. sí. me hice traer algunos muebles desde buenos aires, la bicicleta, los gatos, el resto de mi ropa, etc. puse en alquiler la casa de san telmo. le dejé a mi mamá en el contestador un teléfono de la despensa, para que me llame. con el número, la bendita madre consiguió saber dónde estoy. se vino en un remise desde allá. no sé cuánto le salió, pero estoy segura que mucho, mucho. preguntó por mí en la despensa y le dieron mis datos (cruzando el vado, sigue la ruta, a su izquierda verá un cartel viejo caído, entra por esa callecita, hace doscientos metros y va a ver de un lado un molino, del otro, una casita baja, ahí). tocó la campanita que puse en la entrada y todo. se me abrazó como un abrojo de campo. me preguntó cómo estaba, mientras preparábamos el té. le dije que muy bien. estoy segura de que vio mis ojos brillar de alguna forma diferente, porque soy diferente, le expliqué. se quedó tranquila. la invité a pasar unos días, un tiempo, algo. me dijo que no, un rotundo no, un no convencido. de esos que uno entiende que no son lastimeros, culpógenos, etc. un no en serio. de madre. hicimos una paz, levantamos alguna bandera de paz, fumamos alguna pipa extraña. sé que el aire de provincia trae milagros. pero ¿esto...? esto fue demasiado.

se quedó dos días. el remisero también. cosas extravagantes de mi madre.

creo que este resumen abarca la mayor parte de las cosas.

mis días son tranquilos, invernales pero bien, visito gente todos los días, en especial a los del vivero, que son gente buena como pocos. me convidan mate y pan casero, algún que otro día unos canelones, otro día una tarta de frambuesa. son gente divertida, tienen un hijito que es una delicia y que me lleva a mirar los almácigos y los plantines de cosas que ni él sabe cómo se llaman, pero es entretenido. ehh ehh ehhh.... tiene siete años, por diosss. lo tuvieron de grandes, cuentan. tienen otros hijos, pero viven en la ciudad.

lo bueno de este lugar es que nadie me pregunta por mi vida sentimental. quiero decir, nadie me insiste en que tengo que casarme porque estoy grande, o que tengo que sentar cabeza con una relación, o que a lo sumo debería tener novio. no. acá, si lo dicen, es en chusmerío de pueblo, nunca frente a mí. y sólo la gente envidiosa. que por suerte hay poco de eso acá. lo más es el sentimiento de solidaridad. la confianza. la compasión por los bichos del campo. el cuidado de los recursos. hay mucha bondad acá. por eso lo elijo. por eso me quedo. en la empresa me dieron "licencia por enfermedad" por un año. yo ya renuncié y dije que no voy a volver. mi jefe no se resigna. todo lo que cobro, se guarda en la cuenta. acá no hay bancos. no hay gastos extra. no hay shopping ni taxis ni excesos de velocidad ni bocinazos a la madrugada. acá hay pájaro, perro, siesta, humo de chimenea, reunión vecinal.

sí, parece el paraíso.

y para mí, lo es.






30 junio 2007

ocho cosas por faustina

estoy en una disyuntiva, iba a contarles dónde estoy viviendo y cómo, así que me vine al ciber pero me encuentro con esta tentadora invitación de un viejo amigo. digo viejo porque mañana cumple treintitantos años, o sea que ya entró en la catalogación de "señor". de viejo por tiempo vivido.
el caso es que está bueno el "juego" y yo, que hace tanto que no juego a este tipo de cosas, me parece que me lo debo. además, si uno realmente se pone a enumerar cosas de uno mismo, se vuelve terapéutico, como este blog.

Ahí van las bases del juego:
Bases y condiciones:
- Cada jugador cuenta 8 cosas de sí mismo.
- Además de las 8 cosas tiene que escribir en su blog las reglas.
- Por último tiene que seleccionar a otras 8 personas y escribir sus nombres/blog- Por supuesto, no hay que olvidar dejarles un comentario avisando que han sido seleccionadas para este juego.

Y mis ocho cosas dicen:
1. me despierto a las 7 todos los días, pero me quedo en la cama imaginando conversaciones con un hombre que conocí hace veintidós años y que considero hubiera sido el amor de mi vida.
2. no soy tan racional como parezco.
3. me hago la difícil para que no me lastimen.
4. pasé de ganar $4.300 mensuales a los $1.000 básicos sólo por sentirme viva.
5. fui virgen hasta los 18
6. mi vida es un vaivén entre deseo y necesidad.
7. mi astrólogo me dijo una vez que mi luna me salva de mí misma.
8. odio los números pares.

mis ocho gentes son: fantasma / chistina la de la luna / javier el sin blog, al que le dicen almond, puede subir sus ocho cosas en la Luna / begonia loverraine / la niña de la casa del árbol del blog de la luna / el mate ruso que compré en la feria / mi gato beethoven / camilo, el gato de chistina

espero que mis ocho invitados sean válidos,
un abrazo y volveré con más historias mínimas

19 abril 2007

revelaciones fortuitas

se acerca mi cumpleaños.
me voy a cortar el pelo.
voy a cambiar de trabajo, conseguí que el del vivero de este pueblito me aceptara por una módica suma a cambio. digamos, me vendí como esclava.
alquilé una casita con terreno, me salí de garante yo misma porque tengo el título de la casa de san telmo a mi nombre.
mi mamá no sabe dónde estoy, la llamé desde un locutorio que le impide identificar la llamada y me dijo "me muero, me muero". no le creí.
llamé a mi terapeuta y me dijo que si me siento preparada, que le de para adelante.
llamé a mi jefe para renunciar y me dijo que estoy loca.
llamé a sandra y me dijo "¿qué cagada te mandaste?"
llamé a un ex y me atendió la mujer, así que corté y no intenté más.
llamé a la amiga que me cuida los gatos y las plantas y le dije que en dos días vuelvo para llevarme unas cositas. me preguntó cómo estaba y le dije "naciendo a la vida".
llamé a mi astrólogo y me dio buenos augurios para esta nueva solar. pero que tenga cuidado con la gastritis.
cuando salí del locutorio, debía más plata de la que llevaba encima. le dije: "te pago con débito" y me miró raro. no sabía la cajera qué era el débito. así que le di lo que tenía y le prometí "ahorita te traigo, amorosa". acá todavía se fía.
en fin, así parece que se presenta la vida, con estos acontecimientos fortuitos, novedosos y explorativos. ya sé, ya sé, los que leen dirán "¿y a ésta qué le picó?". me picó el mosquito de la vida, no el del dengue, el de la cosa wild, free, free willy, freedom, be free sourrender your ego be free, free as a bird, pucha que vale la pena estar vivo, sueños de libertad, la vida es sueño, la vida es bella, y canciones y libros y películas por el estilo.
no necesito nada para ser feliz, ni nada ni a nadie, porque soy feliz como soy, así, ahora, con una palita de jardín y una bolsa de humus en la mano, con un libro best séller en la mesita de luz, con una mesa en la galería para invitarme a mí misma a tomar un té de zapallo, con mi sueldo magro, con mis videos vhs forever.
me dije: pruebo un año. si me gusta, bien, sigo adelante. y si no, el mundo me espera. viajaré por los lugares que me gustan y haré changas para sobrevivir. donaré mis gatos a una fundación protectora de animales o se los heredaré a mi madre, que los ama. ya no me importa dónde dormiré, sólo deseo seguir una ruta de exploración feliz.
espero tener dinero para subir posteos, nada más.
los saludo hasta siempre, hasta la próxima,
Faustina A. Grindel

15 abril 2007

canción animal


Queridos amigos del ciberespacio, estoy “afuera”, ya lo han visto: dejé mis impuestos pagos, una amiga en la casa para cuidar de mis gatos, hice una valija con dos o tres pilchas y me fui. Cada vez más siento menos culpa por vivir mi vida, por hacer una historia que no tiene nada que ver con lo conocido, es decir, con la vida de mi madre, de mis amigas, de alguien así, conocido y envidiado o no. Más y más diferente de la que pensé que era. ¿Cuándo, en qué momento, bajo qué circunstancias hice este “insight”? ¿Estuve drogada? ¿Estuve muerta y volví, como Sueiro? ¿Tuve una revelación? ¿Fui abducida y me cambiaron el chip cerebral antes de devolverme a mi cama? No lo sé. No sé cuándo me desvestí y me puse esta nueva piel, me rehice a la manera de dios: ¿seré de barro? ¿seré el monolito de oro y pies de barro? ¿debería hacerme una máscara de barro? El barro ahuyenta los mosquitos, y cuándo mejor que ahora para revestirse con una capa de barro para salir a la calle. Esta mañana, no sé si es porque estamos en el campo o si en la gran Ciudad también lo implementan, pero esta mañana pasó un camión fumigando con una manguera. Me despeinó todo el palo borracho de la puerta. El hombre, vieron que los hombres de campo son como más “hombres”, más macho, más voz gruesa y sin modales para tratar a una señora, el hombre que iba parado a lo agente de la escuadra Azul de la policía montada en el camión, se desgañitó gritándome “¡Corrasé, doña!, corrasé que esto no es espray pa’l pelo, eh? Esto la deja pelada nomá”. ¿Será tóxico en serio, o lo hacen de desarrapados estos tipos de la municipalidad? ¿Será que inhalé del fumigante, y por eso me siento cada vez más extraña?
No. Tuve, realmente, una revelación. Desde que estoy acá, en estas vacaciones casi obligadas porque mi jefe se fue a un congreso en Suiza y no vuelve hasta mayo, desde que me hice chinita del barrio de provincia, comprobé que cuando cierro los ojos sueño. Quiero decir, claro, esperen que acomodo esta idea que parece sacada de Polstergeist, en realidad no es extraño que una persona sueñe de noche. Lo sé, en la teoría todos soñamos, incluso los que dicen que no sueñan. Porque signo de que uno está sano es soñar. Pero yo no recuerdo, o mejor dicho, no recordaba lo que soñaba. Causa del estrés, causa de que dormía mal, causa de la falta de fósforo que le llaman, no sé, la cosa es que yo no me acordaba. Pero ahora sí, y lo atribuyo al cambio de aire. A que hace unos días que no respiro tanto dióxido y monóxido de carbono. Tanto smog. Aquí en el campo hay menor concentración de contaminación ambiental. El cerebro se oxigena mejor, entonces uno está mejor, se siente más puro por dentro. Pareciera como que el aire es más húmedo, más cargado, te llega al hueso, te desborda los pulmones. Igual que el agua, pareciera más blanda, más compactamente pesada, no sé cómo explicarlo. No tiene ese gusto a lavandina y cloro, porque es agua de pozo, hay un bombeador que cada tanto se prende solo y carga un tanque en la punta del techo de la casona. Y el agua es más rica, tiene gusto a infancia, no sé si me explico. Cuando me baño, tengo otro perfume en el cuerpo. Antes parecía una enfermera, olor a desinfectante. Ahora, olor a campo. Paseo por la cuadra, algún que otro vecino tomando mate en la veredita me saluda. Pasa el afilador, se escucha su cornetita, parece que hay algún asesino suelto por acá, sino no se entiende, ¿tanto cuchillo desafilado habrá en el barrio que pasa todos los días? Será la costumbre. Porque otra cosa que descubrí acá en el campo es que la gente se acostumbra a algo y no hay con qué darle. Viene el sodero, ya le dije el primer día que llegué: no tomo soda, señor, no hace falta que pase. Pero el tipo pasa igual, lunes y jueves, será la costumbre, golpea las manos: sooooderoooo. Qué rompe bolas, pienso lunes y jueves. Ojalá hubiera un perro en la casa, y se lo largo, así lo entiende de una vez. “Al talón, Ulises, al talón”, y chau. No sé, pero si algún día tengo un perro le voy a poner Ulises. Es una tontera mía, pero creo que tendría un perro batata o algo así, bajito, similar a un escobillón, petiso, cara de triste. Algo que no trepe, porque estoy cansada de los gatos trepadores. Eso es respetable en un perro, que si uno no quiere que el tipo se suba al sillón, el perro obedece y se queda mansito acostado en la alfombra. Pero eso, con un gato es imposible.
¡Estoy cansada de mi vida como la conozco hasta ahora! Extraño un poco salir a la calle y ver luces anaranjadas, avenidas, autos avanzando al ritmo de un semáforo. Extraño los semáforos. Si hay algo que distingue un pueblo de una ciudad es un semáforo. Acá hay, creo, un solo semáforo en todo el pueblo. Y se respeta a rajatabla, aunque vayas en bicicleta. Porque si van a gastar un dineral en poner un único semáforo en la única calle principal para que nadie lo respete, ahhh, noooo… sería lo que se dice una huevada. Tenés que ver a los peatones parados bajo el sol del mediodía, como unos hongos, solitos, esperando que se ponga en verde el tipito para poder cruzar. Ni una mosca. Ni un aire fuerte corre, y ellos ahí, esperando el medio minuto completo. Lo que es vivir en un pueblo, digo yo. Se tiene tiempo para cualquier cosa. Se duerme la siesta, se lee un libro, se toma mate, se lava el auto en la vereda el domingo, se pintan las uñas, se usa rulero y chancleta. Pero bueno, no iba a todo esto mi posteo de hoy, sino al tema de un sueño revelador que tuve, que me abrió el espíritu, una suerte de iluminación, y es que existe lo que estoy buscando. Existe el camino de baldosas hacia tu casa en el mar, como la canción tan linda de Vicentico. Él dice que no encontró más el camino, yo digo que recién lo veo. O mejor dicho, yo recién ahora reconozco que hay baldosas ahí, donde antes creí ver sólo una huella para perderse en el bosque, o en el desierto, o donde sea que el camino iba. No, che, hay un caminito, algunas baldosas están medio flojas, le creció bastante pasto a las juntas, alguna que otra falta, pero se deja caminar, con ojo de buen augurio se puede llegar. No es ir de paseo, ya lo sé: es ir de caza. Yo adivino, detrás de todo ese matorral, detrás del espinillo y la ortiga, adivino a un tigre agazapado. Es mi George Baines de la selva. Así habrá intuido Borges (sí, leí a Borges alguna vez). Como buen felino, será desconfiado, irascible, confundido ante lo desconocido. Lo sé, bah, lo intuyo. Es una corazonada. Es una metáfora animal para mi corazón animal. Tengo esa imagen de “El último samurai”, del tigre acorralado (no la de Tom Cruise, claro), defendiendo su honor.
Yo voy a esperar. Esperar a que todo se calme. Que la vida calme a ese tigre enfurecido, confundido, inquieto, esperar para el encuentro. De todas formas, es sabido que un tigre siempre aguarda también, prepara su vida para el día en que por el camino aparezca lo que espera: la muerte, el triunfo, o por qué no ambos. Ese día, ese buen día, el tigre y yo estaremos frente a frente.
¿Qué será de mí de ahora en adelante, ahora que comprendo mi sueño? ¿Seré la que aguarda, la que confía, la que resiste? ¿Daré lucha, le cortaré la garganta, u ofreceré mi corazón, como una gacela? No lo sé. No sé por qué este sueño revelador está tan ligado a la simbología, alguna simbología indescifrable para mí, por lo menos ahora, mientras lo vuelco palabra. Una simbología animal para mi corazón animal. Porque en el sueño, el sueño en sí era tranquilizador, entendible, casi obvio. Digamos obvio, porque era lógica, lógica pura.
Es todo una gran metáfora, como habrán visto, pero también es como la vida: la vida es una gran metáfora, y de esto hablaré en otra oportunidad porque da para largo. En resumidas cuentas, uno se prepara a lo largo de su vida para la llegada del otro. No es en vano que uno viva de distintas maneras, sino para lograr una madurez correspondiente a lo que vendrá. Si el deseo y la realidad se unifican, ocurre lo que se dice “la vida”. Pero siempre es gracias a esa evolución, al crecimiento que implicó nacimiento, brote, descubrimiento y muerte de un “algo” anterior, distinto o similar, pero siempre en función de lo que vendrá.
¿Es demasiado positiva mi mirada? ¿Es naif? ¿Es cursi, rebuscada, tonta acaso? Que lo sea, no me importa, ya no me interesa eso de las filosofías, porque ahora tengo la primera baldosa, es amarilla como en el camino de Dorita hacia el Mago de Oz. Vivo esta baldosa con la alegría de saber que más adelante me espera algo rugiendo, gruñendo, tal vez de furia, tal vez de desconcierto, pero por qué no de amor.
Bueno, esto había empezado bien, y terminó como una sesión con el gordo irlandés de mi terapeuta. Lo extraño al gordo, pero igual me siento libre.
So be it (es decir: amén. Aplausos para sor Faustina).

20 marzo 2007

te encontré


george baines, el harvey keitel de the piano, es mi hombre, mi alma gemela, así como se ve en esa película: un grotesco y rudimentario amante, ese del dedo con uña sucia a través de un agujerito en la media. ése es. con ese me quedo hasta el fin del mundo.
si alguien sabe de él le ruego información (dice silvio), cien mil o un millón yo pagaré.
cuando uno sabe lo que desea, qué certera es la búsqueda o la espera, pero qué desesperante.
amigos, blogueros, cibernautas, hoy les confieso este amor irrefrenable, espero sepan comprender a qué me refiero.
saludos hasta pronto.
faustina

fue lindo mientras duró


oíme, yo estoy en un momento de mi vida en que necesito estabilidad emocional, más que económica.
yo necesito un trabajo de verdad, en lo que me gusta, no puedo vivir del cable.
bueno, pero yo estoy más cerca de la menopausia que de formar una familia.
mi mamá anda con ese tema.
es lo que te quiero decir, que te llevo más años a vos que a tu mamá. o sea. por qué no ordenás un poco tus cosas y más adelante hablamos, y de paso llevate el bolso con ropa sucia que dejaste en el lavadero.
lo que yo entiendo con este planteo es que a vos te molesta que yo me quiera lavar la ropa y no te lo pida a vos, ¿es eso?
vos no entendés nada, haceme el favor, callate un momento.

Mi vida se empieza a parecer a una película, como cada vez que algo fuera de lo normal me pasa. Será que los guiones los escriben gente que tuvo experiencias como las de uno, quiero decir, mi historia con el chico del cable cada vez más se parece a la película en que Uma Turman sale con el hijo de la analista. Perdón, usé el presente, pero es historia pasada. Pretérita perfecta simple, o pluscuamperfecta, por todos los “hubiera hecho” que me quedaron en el tintero. Porque, voy a ser sincera, el chico tenía –tiene– “potencial”. Voy a explicar, porque el término induce a interpretaciones varias, y este blog tiene la particularidad de ser siempre mal interpretado. Tiene potencial porque es un hombre en potencia, un trabajador en potencia, un novio formal en potencia, un padre de familia en potencia, un retrógrado en potencia, un enfermo por los videojuegos en potencia, un renegado en potencia, un frustrado en potencia, y un infantil a la milésima potencia. O sea, quiere ser, pero no llega a ser, excepto ser un infantil.
Voy a contar un poco de la historia, porque tuvo su parte romanticona, cursi, pasional, con cositas entretenidas que me sacaron de la fobia antipareja, de la idea –aunque sólo por un momento– de la soltería empedernida, esa sombra que me acompañará siempre, dado la historia familiar que me tocó vivir. (Glup, si me escuchara mi analista…….. ¿estarás leyendo, gordito? vos, sí, panzón, vos me metiste en esto, ¿te acordás?)
Empiezo por el principio.
Cuando me lo encontré ahí, parado en la vereda con el celular en la mano, temblando como una hoja, con la voz ronca, vestido de joggin gris, zapatillas y remera blanca, pensé varias cosas que se fueron ordenando cronológicamente de esta manera:
éste no tenía nada que hacer y vino a tocar timbre
éste me viene a desvalijar la casa, si se acerca le entrego todo, hasta la virginidad, ¡si la conservaras… ilusa!
¿y éste quién es?
es un nene, mirá esos ojos claritos como el cielo a mediodía, qué bombón, me lo como en una merienda…
no me lo imaginaba tan lindo cuando hablamos la primera vez
¿y ahora qué? ¿lo hago pasar, sin pedirle los documentos, por lo menos?

El tema es que mi mente no va tan rápido como mis impulsos, así que mientras pensaba todo esto el muy pillo ya se había adentrado en el zaguán, tras una breve y furtiva mirada que me echó por arriba, abajo y los lados, comprobó que aunque tengo 37 estoy buenísima y que doy batalla, así que no más se me tiró encima como un loco.
Eeeeepa, eeeepa, nada de picotear que no soy alpiste, le dije poniendo las manos en su lugar, y se ve que no entendió lo de “alpiste” porque insistió una vez más, por lo que tuve que sacármelo por la fuerza. Le ofrecí pasar, aunque no tuve que mostrarle el camino, se acomodó rápido en la sala, ni una palabra, pensé entonces que era mudo y que todo el verso por teléfono había sido una mentira piadosa, una grabación, pero bajé un nivel la paranoia y entré a la cocina para pensar mientras ponía una pava sobre el fuego.
¿Café? le grité no más desde ahí, o eso recuerdo, porque no tengo ninguna referencia clara de lo que pasó aquella tarde. Creo que respondió que sí. Respiré hondo, si un tipo toma café es porque está encausando libido. No es un psicótico sexual. Se ve que ahí también él reflexionó acerca de lo que estaba sucediendo, porque cuando volví a salir estaba sentado en mi sillón preferido (junto a la biblioteca), oteando libros, títulos, autores. Se lo veía de lo más intelectual, pensé que era un loco de la lectura como yo y sonreí por dentro. Por fin.
Qué tipo raro fue mi segunda impresión: se bancó que le rechazara un beso, ahora parece entretenido pispeando mis libros, no le dio alergia el pelo de gato (no estornudó), no se sorprendió por la cantidad de plantas, le agregó poca azúcar al café y lo tomó asintiendo como si le gustara, no se asustó cuando Beethoven le saltó encima y al rato lo siguió Clarita a maullido limpio, me esperó pacientemente lo que tardé en lavar las tazas para hacer tiempo y pensar alguna estrategia, y hasta habló coherentemente: No quiero asustarte, fue lo primero que dijo, después del café, los gatos, los movimientos incómodos.
No respondí nada, me senté en el sillón, miré sus manos acariciando a Clarita, me enterneció completamente, le miré los ojitos cielo limpio, me llegó un aire con su perfume a recién bañado, qué romántico fue todo eso. ¿Te puedo besar? me preguntó. Bueno, y ya el resto se lo imaginan, ¿quién se le resiste a un dulce total? Era como el Harvey Keitel de La lección de piano, el hombre con el que soñé siempre. De esta afirmación, que hasta a mí me sorprende, tendré que hablar más adelante, previa charla con el gordo irlandés…
Así empezó la cosa. Con estas ideas preconcebidas, con estas primeras impresiones. Ahora, únanlas con el primer párrafo de este posteo. ¿No es algo contradictorio, hasta incongruente? Podría pensar que sí, si no lo hubiera vivido.
El Harvey Keitel se convirtió en el Ken de Barbie. Plastificado y todo. Pero cómo llegué a esta conclusión, eso se los debo hasta la próxima, que ahora estoy cansada.
Un saludo hasta pronto, amigos.