09 mayo 2006

Soy libre: mi analista no lee el blog


Con mi analista tenemos muchos secretos. Yo me callo cosas, él también, y ambos guardamos secretos mutuamente, secretos del otro bastante humillantes por cierto. Más los míos, obvio. Por eso ayer le pregunté, con una sonrisa inocente y expectante en mi carita de cumpleañera, si había leído estas dos entradas al blog (¡wau! ¡ya el léxico de cibernauta me asombra!), ¿y saben qué respondió? Inmutable, con cara de póker, con una voz que no conocía, este sesentón con banda ancha dijo: "No, de ninguna manera (no se le movió un pelo al hablar...). Pretendo que en ese espacio personal, íntimo, hable de aquellas cosas que conmigo, por ser de carne y hueso (y aquí pitó su cigarrillo... ¿está permitido fumar en los consultorios de analista? Freud debe haber creado una convención especial en este punto...), usted no se anima a decir". Y volvió a echar su bocanada de humo en los pulmones. ¿¿Pero qué quiso decir?? ¡¡Qué insolente!! Bárbaro desfachatado resultó ser este bloddy irish. Sí, es descendiente de irlandeses, se le nota en la mirada y en las canas pelirrojas... ¡fucking bloddy... grrrrrr!! ¡Llegué a odiarlo! ¡Quise romperle todos los dientes y también el consultorio con sus potus y su palmera y sus cuadros de Monet! ¿Por qué todos los consultorios tienen plantas y cuadros? ¿qué quieren provocar en nosotros, eh? ¿Eh? Bueno, después agregué otro tanto al monto habitual y le pedí unos minutos más de sesión para hablar del "enfado", como dice él (maldito... grrr...).
Bueno, ¿a qué viene este cuento? A que, gracias a su permiso paternal, yo puedo mentir un poquito (un poquito no más) en este blog sin que nadie me rete. Por supuesto, mi culpa y el cargo de conciencia (¡gracias mamá!) no me permitirán ir más allá de... ¡haberme quitado unos años! ¡Sí, estimados colegas, navegantes del mismo océano sin límites de la web! ¡Mentí: no tengo 32! ¿No habían notado la diferencia de años? Bueno, pero ¿ven lo que digo? Ya la culpa actuó y confesé. Tengo unos cuantos años de más. Pero, a fin de no romper mi propio hechizo de cinderella, no voy a cambiar la edad en mi "Perfil de usuario" (de todas formas, hay otras cosas que denotan mi verdadera edad, no?)
En fin, vine temprano al ciber, al mismo ciber desde hace una semana, a la misma computadora, no sea que si me cambian el comando se me arme un lío monumental con mi vida bloggera, para confesar mi engaño, casi que no pude dormir pensando en esto. Y ahora sí, la calle y el fresquito porteño me esperan afuera, está gris el día, caminaré las tres cuadras que separan este espacio "íntimo" casi poético de mi lugar de trabajo, mi escritorio con las agendas y mi Sandra amiga (¿qué anécdota irá a relatar hoy?), el jefe viejo pero lindo, los capuccinos, los sobres que van y vienen, los teléfonos que suenan, las risas en los pasillos, la buena presencia, los aromas de perfumes caros, los mails impresos que Sandra atentamente deposita en mi escritorio prolijo, las chicas de limpieza con sus zapatillitas blancas impecables... ¡cuántas cosas tengo para contar! ¡para mirar y decir! ¿qué me depararán los astros para hoy? ¿conoceré a un galán de telenovela al estilo Arana y me invitará a cenar? ¿por qué eso sólo ocurre en las novelas? ¿alguien del ciberespacio querrá conocerme? es como un secreto que ahora guardo en estas entradas, como en un libro propio y de todos, tal como dije antes: si lo digo aquí, lo digo al mundo!
saludos, mis queridos acompañantes de camino invisible, red interminable y aérea, espacio sideral ¡hasta la próxima!

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