28 febrero 2007

una voz en el teléfono

me pasó algo impensado. resulta que tuve problemas con la conexión del cable, suele suceder hasta con las familias más pudientes de la ciudad. un día lo dejé pasar, dos días, ahhh ahhh, ya me preocupé, tres días ¡ya basta! ¡suficiente! tomé el teléfono con la furia de una tromba y llamé al servicio al cliente en cuestión. me pasaron de ahí a servicio técnico, explicando mi problema de falta de servicio a cuanta persona estuviera del otro lado de la línea. entonces me atendió un tal Gerónimo, voz de cuarentón pero enseguida me pareció raro ¿un cuarentón laburando en servicio técnico de una multinacional? nooo, imposible, los explotadores los prefieren menores de treinta, cosa de que no se levanten contra el patrón. hoy estoy muy guevarista. prosigo. hola, gerónimo, cómo le va, mire, tengo un problemita, me estoy perdiendo mi serie preferida hace tres días y me parece una vergüenza, ¿a usted no lo parece lo mismo? (silencio del otro lado. laaargo el silencio.) ¿hola? sí, disculpe, ¿cómo me dijo que se llamaba? bueno, yo me llamo faustina grindel, número de abonado tanto tanto tanto, teléfono tanto tanto tanto, mire, si se puede llegar a alguna solución dentro de las 24 horas siguientes estaría muy bien. ni siquiera le voy a pedir que me descuenten los días sin servicio. sí, señora, espéreme un momentito. no, señora no, señorita. disculpe. escuchemé otra preguntita, señor, ¿este caso es aislado o se trata de toda la zona? no le entendí la pregunta, ¿podría repetirla? si mi caso es el único por la zona. sí, es el primero en el día de hoy por la zona donde usted reside. mire, ya cargué su solicitud en el sistema, en las próximas 72 horas hábiles estará una cuadrilla de personal restaurando el servicio en su domicilio particular. sí, yo le entiendo, pero hoy es viernes, ¿no le parece que esperar hasta el miércoles es demasiado tiempo? disculpemé, señora, es todo en lo que puedo ayudarla, el tiempo de servicio no me permite prolongar esta conversación. muy buenas noches y muchas gracias por su llamado. click, me cortó. habían pasado los tres minutos convencionales de “atención al público”.
volví a marcar el número de servicio al cliente, de ahí el traspaso a servicio técnico y me atendió un tal Lorenzo. enseguida le pedí que me pasara con Gerónimo. Oíme, pedazo de salamín, a mí no me dejés hablando sola. disculpemé, señora, pero si usted vuelve a utilizar un léxico desubicado voy a tener que cortar. (silencio a ambos lados de la línea.) ¿tenés novia, vos? señora, no hablo de mi vida privada con clientes. si no tiene ninguna cuestión vinculada al servicio técnico de nuestra firma, le voy a pedir que termine esta conversación. ahí usaste mal la expresión, porque negaste dos veces. deberías haber dicho: si no tiene una cuestión vinculada al servicio, le voy a pedir que corte. ¿eso significa que vos también estás aburrido, viernes a la noche, de estar sentado hablando con desconocidos, en vez de estar abrazado a alguien de lindo perfume, en un sillón bien mullido, mirando la tele? (silencio total. se abría el mundo en dos pero en cámara lenta y en silencio. silencio mortuorio. un carraspeo del otro lado.) disculpame, ¿me estás hablando en serio? ¿esto es una joda de personal, o algo así? boluda, ¿es alguien de acá? (y un cuchicheo con el tal Lorenzo). no es una broma, te pregunté en serio, ¿vos tenés novia? ssssssssssi. (alargamiento de la "ese", una mentira más grande que un edificio de cincuenta pisos). te invito a salir, entonces. dije que sí, que tengo novia. ¿sos gay, entonces? pero la pxxx madre, ¿por qué una mina, cuando le dicen que uno tiene novia, enseguida piensa que uno es pxxx? ...¿y usted tiene novio? ¿usted? ¿qué es eso del "usted"? si puedo ser tu hermana menor... mire, mirá, o como quieras, yo acá tengo todos tus datos, y por tu número de documento sé que me llevás por lo menos ocho años... así que no vengas a tirar los galgos como si fueras una pendeja... ahh, bueeeno, ¡acabáramos! (dije yo con un tonito que delató mi antigüedad. hubo más silencio. pero silencio del reflexivo, sin cuchicheos, como con un ronrón cerebral, como si nuestras mentes se estuvieran buscando en el espacio para verse y confirmar que aquella charla era real. recapacitación.) tenés razón, disculpame, Gerónimo, no sé en qué estaba pensando, debe ser la abstinencia. (yo hablaba de la abstinencia de la serie de tv, pero no le di tiempo a reaccionar). disculpame, en serio, corto y fuera. clic. corté y me fui corriendo a mirarme al espejo, no sabía si llorar de la vergüenza o reírme por la tontería que había hecho, como una colegiala enamorada.
ahí quedó el tema esa noche, finalmente a la mañana siguiente vino la cuadrilla del cable y solucionó la pavada, se ve que los gatos se masticaron un pedazo de conexión en la terraza, tuvieron que cambiar un tramo de cable, nada más.
mi sorpresa fue el mismo sábado por la tarde, cuando recibo un "ring-ring-ring" desesperado del teléfono. atendí con mi voz de sábado por la tarde, ¿qué se esperaban? y escucho lo siguiente luego de mi ¿hola?: eeehhh.... (cuando uno comienza una conversación con un "ehhhh" prolongado y tembloroso, es como que no sabe si va resultar en "hola" o "adiós", por eso desconfío de los "ehhh" y de los "estemm" y de toda aquella interjección que no llega a ser palabra con función gramatical en una oración). ¿sí? ¿quién habla? qué tal, habla gerónimo, usted, ehhh, vos quizás no te acuerdes de mí, pero... ¿gerónimo, qué gerónimo? (me hice la tonta... ¡me hice la indiferente, la distraída, la difícil, como quieran decirle....! pero el chorlito había caído en la trampa. al margen ¿qué es un "chorlito"?) bueeeeno, ehhh, el del cable, hablamos ayer... ahh, sí, claro, qué tal, mirá, esta mañana me arreglaron el problema, gracias por la gestión, muy amable. no te hubieras molestado, gerónimo, qué atención. (me faltó decir "faltaba más..." y me recibía de gansa total) no, quiero decir, no llamaba por eso... no llamo desde la empresa, estoy en mi casa. (glup, silencio total, se me cayó un amaretti por el escote, me recorrió la pierna y terminó en el piso. tanteé buscándolo bajo la mesita del teléfono, pero lo rescató antes la Pocha) ¿cómo me decís? que estoy en mi casa, me traje tu teléfono, ya sé que no está bien tomar datos confidenciales pero no pude resistirme. estuve toda la noche pensando en vos, eh eh en usted, en lo que hablamos, eh eh en lo que me dijo, y no puedo parar de imaginarte, ahora quiero saber cómo sos, quién sos detrás de esa voz sensual y melosa (acá le agregué yo lo de "sensual", para hacerme la agrandada. ji ji, beneficios del blog), no puedo parar de imaginar tu boca, no sé, se me fijó el pensamiento en vos… decime qué tengo que hacer para dejar de pensar en vos… (en este preciso momento YO dejé de pensar. quiero decir, dejé de razonar, se me derritió el centro del corazón, se me paralizó la respiración mecánica, se me descongeló algo que hacía mucho no funcionaba en mi cerebro, alguna hormona dormida, algún circuito relacionado con el afecto, el deseo, el anhelo… eso, el anhelo. no sé qué fue, cómo fue que este niño de voz ronca dijo la palabra exacta para despertarme). no, no… no hagas nada… no, no digas otra palabra, me hacés temblar… (de pronto: ¡¡ding dong!! gggrrrrr… ¡el timbre! ¡¡ding-dong!! insistía, yo estaba prendida al teléfono escuchando su respiración, hasta que volvió a hablar:) abrime, por favor, necesito conocerte.


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